La noche de este domingo 4 de diciembre ha fallecido el entrañable compañero argentino Vicente Zito Lema, a sus 83 años. Tuve oportunidad de conocer al maestro, y además el privilegio de conversar en extenso con él, a mediados de 2015, a propósito de alguna actividad organizada en mis tiempos al frente de Cultura. Un par de años más tarde, mi amigo Marco Teruggi publicó parte de aquel diálogo, que hoy comparto con ustedes.
Hasta siempre, maestro.
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Vicente Zito Lema, poeta, dramaturgo, abogado, exiliado en la última dictadura cívico-militar argentina, y militante por los derechos humanos, pasó por Caracas. Fue en un mes de mayo, para participar de un congreso de intelectuales organizado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura. En esa oportunidad mantuvo una conversación con Reinaldo Iturriza, sociólogo, entonces ministro de Cultura, y antes de Comunas. Han pasado meses desde el encuentro. La conversación se publica hoy, los asuntos abordados son los que en estos días queman con todo su fuego.
Reinaldo Iturriza: Estamos en una sociedad donde todo se está discutiendo, donde estamos, con nuestras limitaciones, replanteándonos todo, y donde hay un desfase, que no es venezolano sino universal, pero que es muy patente, entre el ritmo de la calle, de la gente, de lo que la gente está planteando, y de las formas tradicionales de saber y de poder.
Eso afecta la figura del intelectual, el intelectual comprometidísimo con el proceso, pero que, en tanto intelectual, no le gusta ser interpelado por nadie, porque tiene su figura, jerarquía, y habla desde su intelectualidad y alumbra. La figura del intelectual tradicional. Entonces, es esa delgada línea de cuestionar la figura de autoridad, porque si una revolución no sirve para eso, ¿para qué sirve? Y al mismo tiempo aprender del ejercicio de la crítica, que no sea nihilista ni malintencionada.
Este congreso no se entiende sin ese muy tímido intento de comenzar a revisar eso, y eso produce resistencias y solidaridades cómplices. Eso que decías ayer: “¿Qué hiciste vos cuando había que hacerlo?”. ¿Nos vamos a limitar a decirle al otro qué es lo que no está haciendo? ¿Y lo que tú tienes que hacer? Esa es una pregunta que tiene mucha fuerza ahorita en Venezuela, donde hay un problema de moral. El esfuerzo por desmoralizar el chavismo está teniendo resultado, y tiene que ver con otra expresión del mismo fenómeno, que es que cuando muere Chávez, muere el principal referente ético de este proceso. Uno lo sabe, pero se da cuenta de sus efectos cuando lo vive. En el propio chavismo, inmediatamente cuando muere, comenzó a verse gente abandonada al pragmatismo más pragmático, a, como he escrito, retomando a José Martí, poetizar la caída.
Vicente Zito Lema: Me animo a decirlo desde mis años que me permiten verlo, que en cada tiempo histórico se da una situación. Nosotros como generación tuvimos la guerra de Vietnam, leerlos a Ho Chi Minh, a [Vo Nguyen] Giap, era una obligación de formación. Después, como alguna vez lo he escrito, nosotros no éramos los hijos del Che, Ernesto Guevara era nuestro hermano mayor, no éramos un grupo de chiquilines que tocábamos la guitarra. Esa era nuestra generación, y cada generación tiene su momento histórico.
El momento histórico ahora, y no hay muchos, es Venezuela. Es la realidad. A esta generación de jóvenes, de gente un poco más madura, la única referencia concreta, aunque se haga con avances y retrocesos, momentos malos y momentos buenos, estoy hablando a nivel de humanidad, es lo que está pasando en Venezuela. Entonces hay que tomar una responsabilidad histórica, y eso es un tema ético. Y digo algo duro: muchos de los discursivos profesionales son aquellos que, en el momento histórico de poner el cuerpo, por h o por b, no lo pusieron, y luego te roban el sueño de la revolución. Porque para decir grandes discursos está lleno, pero yo le podría preguntar: Y vos, cuando era el momento de poner el cuerpo, ¿dónde estabas? Porque hay mucha gente que se aprovecha de la historia, pareciera que cuando había que poner el cuerpo estaban allí.
¿Por qué digo esto? Porque la palabra que no se acompaña con el hueso es un veneno, cuando las palabras no se acompañan con la propia historia es mejor callárselas, y no venir a Venezuela a decir: “Hay que ir por acá, esto es por allá”. ¿De dónde? Yo no puedo venir a dar consejos. Yo lo que pude hacer fue cuando me tocó mi momento histórico hacer lo que la historia marcaba a hacer. ¿Y ahora qué puedo hacer? Vengo entre compañeros, si puedo decir algo lo digo, pero sabiendo que es absolutamente limitado, porque el que no está en el medio cotidiano de la cosa, tiene ideas muy generales, pero que no sirven para el momento concreto.
Me atrevo a decir algo más: la derecha especula con la inutilidad de estas cosas, saben que no les jode mucho, que sirve para poco. Y yo creo es así, pero que sí sirve. Porque aunque se rían de estos congresos internacionales, saben que políticamente tiene una resonancia, que quizás no tuviera la resonancia profunda que ustedes quisieran de la gente que viene, pero bueno, la ética es histórica, lo ideal sería que los compañeros que vienen sepan: primero, hay poca plata, cuídate; segundo, tratá de ir con la idea de en qué podés ser útil, no para leer un discurso. Creo que esta vez, y me parece muy bien, ustedes buscaron más protagonismo de la gente que está haciendo cosas, como los comuneros. Creo que ha sido una buena apuesta y les va a ser útil.
Hablando de Argentina, cuando vos querés bajarle calidad histórica, política, desacreditar a alguien, lo ligás al proceso venezolano. Hay culturalmente, aún a nivel intelectual, una asimilación de la injuria. Hay dos temas por los cuales la derecha pone como ejemplo del mal a Venezuela, que es la economía y los derechos humanos. Creo que parte de la batalla tienen que darla también a nivel mundial, porque Venezuela es la única referencia histórica concreta.
Era más fácil meternos con una referencia histórica como Vietnam. Referenciarse con Vietnam, donde habían puesto millones de cuerpos, de muertos. Se convertía en un honor, desgraciadamente, por la muerte, por el dolor de ellos, te legitimaban. Después llegó Cuba, era un honor que te llamaran guevarista, para los jóvenes aún al día de hoy es un honor. Lo que han hecho es quitarle épica a la revolución de Venezuela. Vietnam mantuvo el honor épico, el Che mantuvo una imagen donde todos mantenían un cierto respeto, no estaba desacreditado. Lo que han hecho con Venezuela ha sido desacreditarla en su épica, tomarlo más en joda, y es una forma más dolorosa de enfrentamiento, porque podés enfrentarte mejor al que aún en el odio te respeta, que aquel que en el odio te desprecia.
RI. En Venezuela lo experimentamos permanentemente, el proceso de subjetivación del antichavismo, que es paralelo al del chavismo, es incomprensible sin el desprecio.
VZL. Es a partir de saber que está en juego esa subjetividad de la revolución que tiene que venir el discurso ustedes de oposición. Tienen que ganar la legitimación del odio de clase, que los odien, no que los desprecien, no que los desvaloricen.
RI. ¿La burla no supone un nivel mayor de miedo, o ese como si no te tomo en serio?
VZL. No te tomo en serio, y lo que hay ahí: desprecio. Vine a Venezuela cuando estaba Chávez en el Gobierno, a recibir una distinción en una universidad, por cuestiones académicas. Me dieron la distinción, pero me dieron debate, porque ingenuamente pensé que sabían mis ideas, y no las sabían en absoluto. Parece que con lo que dije no estaban de acuerdo, porque hablé bien del Gobierno, y el decano de la universidad me invitó a un debate al día siguiente. Fui, y empezamos a debatir, el hombre había leído a Marx, a Hegel, a Nietzsche, Spinoza, un hombre culto y humanista, y feliz de disputar conmigo porque yo le disputaba desde una idea marxista, él desde una idea hegeliana, pero con mutuo respeto.
Todo iba bien, pero en un momento él sintió que le ganaba la disputa, quizás porque soy más grande de edad leí más libros, y desde hace mucho vivo de leer -tengo ese privilegio jodido del intelectual que mientras leo, otro se muere de hambre, tengo consciencia de eso-, y entonces vino lo duro. Como suele hacerse, quiso quedarse con la última palabra, y cerró diciendo: “Hemos asistido a un debate que obviamente el Gobierno nunca hubiera dado, con un intelectual marxista que nos dio gusto recibir. Nos queda una duda, ¿cómo un hombre tan inteligente puede defender a un Gobierno de negros?”. Y me ganó, porque las he pasado duras, pero un golpe así traicionero no.
Ahí me fui con la idea de que en Venezuela, más que odio de clase, hay rencor, que no es lo mismo que el odio. Hay un elemento de desprecio. El rencor es lo más canallesco del odio y acumula, como diría Spinoza, otras pasiones tristes, envenenamiento, como es la cuestión racial. Después el hombre vino a darme la mano y le dije: “No, hasta aquí llegamos. Si sabía que iba a terminar en este nivel la discusión, no la daba. Y ya que citó a Spinoza, recuerde, si usted es un filósofo y ama la verdad, no convierta esto en una situación indigna para los dos, no me dé la mano”.
Sentí el desprecio, y es el que siento en los medios de comunicación, y en algunos sectores de izquierda de mi país, cuando hablan del proceso de Venezuela. Eso se puede medir de dos formas: o están o muy asustados o muy seguros, pero no están a un nivel de enfrentamiento normal político. Hay algo más. Y creo que si los pudieran pasar por las armas a todos ustedes los pasan, se han ganado el plus del odio que solo se agota cuando al otro lo podés destruir.
RI. Chávez era un jodedor, un tipo de muy buen humor, y eso era tan normal que era muy fácil darse cuenta cuándo no estaba de buen humor. A veces comenzaba un “Aló, Presidente” verdaderamente espléndido, como era Chávez, o una alocución, y él tenía cinco minutos hablando, y ya te dabas cuenta: Hoy está arrecho. O no iba a ser muy bueno, porque Chávez malhumorado no era tan genial como característicamente era, o iba a pasar algo muy bueno, porque a alguien le iba a durísimo.
Y Chávez siempre fue ese justiciero de la sociedad venezolana. En los “Aló, Presidente”, la mejor parte del programa era cuando le daba duro a la burocracia, la gente lo disfrutaba muchísimo. Hay un momento del documental “La revolución no será transmitida”, que él va a dar una cadena muy famosa, en un momento de mucha tensión, y entra muy formalmente, que es como se vestía cuando había cierto protocolo, e inmediatamente antes de entrar está cantando: “Por más que te tongonees, siempre se te ve el bojote”. Que es: tú podrás disfrazarte de lo que quieras, y siempre se verá que eres un oligarca, un tipo de derecha, o que no eres demócrata.
Yo sospecho que el comandante no solamente estaba absolutamente consciente de que lo menospreciaban, sino que lo disfrutaba, lo utilizaba permanentemente como un arma. Asumía que el adversario político, el enemigo, porque si aquí tienen la oportunidad nos desaparecen a todos, permanentemente lo ponía en ventaja, teniendo ellos una abrumadora ventaja en cuanto a recursos, medios de comunicación. En el libérrimo ejercicio de su resentimiento eran muy torpes políticamente, porque cómo es posible que un negro, un zambo, te esté gobernando.
Y creo que eso es muy del chavismo, el de calle, el que cuando uno va para un barrio te vuelven nada, te critican, exigen. Yo trato de disfrutarlo, pero es un ejercicio duro. Creo que eso dice mucho del chavismo, y que nosotros no hemos sido capaces de transmitir eso. De hecho, nosotros no estudiamos al chavismo, no terminamos de contar la historia de qué estaba pasando en el país cuando surge el sujeto chavista. Hay un relato periodístico, no en el mejor sentido de la palabra. El periodismo tuvo un peso muy grande en Venezuela, más que la academia, eso es así independientemente de cómo uno lo valore. Ahora, valorándolo, creo que eso tiene algo que ver con la pérdida de rigor en la explicación sobre los condicionantes económicos y de otra naturaleza de ese momento en el que aparece el chavismo. Creo que por eso nos cuesta tanto saldar cuentas con las formas tradicionales de participación, porque creemos que el chavismo es un sujeto que se puede meter ahí. Y eso es un error muy grave, no terminar de comprenderlo, a pesar de que ese sujeto esté allí, vivito y coleando, dándole sentido a lo que sucede aquí.
Recuerdo que hace unos años vinieron unos intelectuales europeos, y nos decían, creo que estaban en lo correcto, nos decían: “Nosotros estamos aquí porque esto es un proceso que hay que mercadearlo bien, posicionarlo bien en el mercado intelectual”. El mercado intelectual, Vicente, es una de las cosas que se dan por sentadas, y no es una cosa obvia en lo absoluto, es algo que puedes usar en tu favor o que te puede hacer muchísimo daño. Y a los intelectuales, por regla general, sobre todo los de izquierda, les cuesta reconocer que hay un mercado de las ideas, que si te retratas con una editorial o con otra, con Venezuela o con otro país o con nadie, vas a tener un público u otro. Muchas veces eso determina las fidelidades. ¿Qué tendríamos que hacer para llevarnos mejor con una gente con la cual queremos tener una relación de igual a igual, saber expresarle a una cantidad de gente cuyo trabajo es pensar, oficio que no menospreciamos, cómo hacer para acercarlos con la realidad venezolana, que cierta izquierda no tenga tanto prejuicio con un experimento que es popular?
VZL. Primero aceptar que los intelectuales son traicioneros. Queda feo que me ponga como ejemplo, pero hay un caso: yo no había venido nunca a Venezuela. Chávez publica la Constitución, y Venezuela quiere presentarla en Buenos Aires. No sé cómo se da, a alguien se le ocurre armar una mesa redonda y busca a varios intelectuales que puedan participar con el embajador de Venezuela en la presentación. Me convocan a mí y a otros tres. El día de la presentación el único que va soy yo. Y más todavía, el diario Página 12, que ahora habla bien de Venezuela, saca en la primera página un texto donde dice: “El ex militar golpista Chávez presenta su Constitución en Buenos Aires. Lo que no es entendible es que un intelectual públicamente de izquierda como Vicente Zito Lema se haya prestado a semejante acto”. Después vi que Venezuela empezaba a invitar gente, y los que no habían ido al acto, que me dejaron golpeado porque presentaba un libro de un milico, venían.
¿Qué había allí detrás? Desprecio. Porque uno de los componentes más complicados de los que tienen que hacerse cargo, y que es un orgullo pero a la vez una complicación, es que en Venezuela se da un hecho inédito, por lo menos para la gente de mi generación. Hay en Latinoamérica, y Sudamérica específicamente, una idea de que el militar está para matar, joder, que es un animal, un bruto. Aquí es muy difícil entender la situación sin tener claro que ustedes cuentan con el apoyo de un ejército, que entre otras cosas tiene una característica que lo distingue, que es que no es un ejército históricamente opresor. Eso rompe las reglas históricas que enfrenta un intelectual de izquierda en Latinoamérica. Ustedes nos plantean a partir de Chávez que el mal no son los militares, que pueden ser parte o no, pero que no es una zona estable, que es una zona de disputa, con un hombre que está al frente, querido por la gente, y respetado por los mismos militares.
¿Y yo por qué presenté la Constitución? Bueno, porque la leí, cosa que a veces los intelectuales no hacen, hasta me tomé el trabajo de hacer algunas críticas desde la filosofía, no desde la mala fe, porque es una Constitución, no tenés derecho al desprecio. Pero no es lo mismo que con Fidel Castro, que era abogado, y con el Che, un romántico heroico, con toda su gigantesca aureola. Vietnam también era fácil, con Ho Chi Min, que además de ser un hombre extraordinario era un gran poeta, no un poeta menor, se trataba de una gesta contra el imperio, era fácil meterte en la épica de Vietnam.
RI: En cambio Chávez citaba “El oráculo del guerrero”, que es un libro como de autoayuda, después a Rousseau, luego a Negri, y hay gente que todavía no digiere eso.
VZI. Y no se la perdonan, no se la van a perdonar. Y esa lucha es casi imposible ganarla con los intelectuales venezolanos. Los que apoyan están, pero no van a ganar nuevos, porque el desprecio está instalado, porque es un arma cómoda, desde el desprecio no tengo que disputar, porque no sos sujeto. Si el otro no te disputa, no te da la categoría de enemigo, porque en esa categoría está el respeto, y en la categoría del desprecio el otro ni siquiera es cosa. Ese es el fondo de la difícil aventura del Gobierno venezolano.
RI. Estamos hablando del color de la piel, de citar autores que no son reconocidos por la intelectualidad, hablamos de una cuestión estética. Hay una dimensión de este problema político que es fundamentalmente estético. Hay un cuestionamiento de la jerarquía, pero también de la jerarquía fundada en una noción de lo que es bello. El chavismo, tal como lo estamos hablando aquí, no es un sujeto bello, es horroroso. Hay un trabajo fotográfico de Orlando Monteleone, el mejor a mi juicio que se ha hecho sobre los rostros del chavismo. A propósito de esa exposición intentábamos posicionar la idea de que el chavismo es bello, y uno lo dice y automáticamente entre gente cercana mueve a risa. Nosotros mismos hemos interiorizado esos patrones de belleza.
VZL. El rostro de la pobreza solo aparece como sujeto en el arte a partir de Van Gogh, en 1870. Los pobres, la “gente fea”, no era sujeto de arte, y el arte tiene miles y miles de años. Tenés que esperar a “Los comedores de papas”, que es el primer cuadro donde aparece un sujeto no bello, y donde además Van Gogh introduce, que después lo toma Picasso en el “Guernica”, el rostro como de caballo, rostros acaballados, como es el comienzo del expresionismo. Son rostros expresionados por el hambre, porque los campesinos en Holanda eran feos, porque olían mal, porque no había agua, olían mal porque comían mierda, no hay belleza comiendo mierda. Él los pinta feo para decir: Miren la riqueza, la fealdad que provocan. Pero él ama tanto a esa gente que a pesar de que en una primera mirada del afuera son feos, en una mirada profunda son bellos, pero la belleza solo la descubres si sos un hombre digno que sabés ver en la fealdad del otro la belleza espiritual.
Eso también es un desafío a los artistas, los escritores, porque es muy fácil cantar la belleza fácil, lo bello de Kant, pero Kant cuando habla de belleza distingue entre la belleza clásica y la belleza sublime. La sublime es la del sufrimiento, y un artista puede gozar la belleza si es capaz también de mostrar los rostros del sufrimiento, que se vuelven bellos, no por el sufrimiento, sino porque el sufrimiento no quitó lo humano del ser. Por eso me parece fantástico que hayan hecho ese trabajo con los sujetos de la belleza real.
Lo otro que tendrían que intentar es que cuando hagan mesas redondas e inviten a intelectuales latinoamericanos, también compartan la mesa la Fuerza Armada. No los pueden tener en un segundo espacio, hay que sacarlos a la luz. A Chávez se le permitía todo con la gracia que tenía, que es un don, no todo el mundo es gracioso, no de cómico, sino de agraciado. Chávez tenía eso, hay gente que nace con el don y gente que no. Maduro no es gracioso, no la tiene. Ahora, ¿por qué todo el mundo tiene que tener gracia? Algunos lo tienen, otros no. Y me parece que Maduro se está dando maña, ha aprendido, tiene un buen discurso, transmite que es honesto, y eso es fuerte, nadie se puede animar a decir que es un hombre deshonesto. Creo que tiene que imponerse él. Ya no puede seguir en esta etapa como el hijo de Chávez. Él es ya Maduro, tiene que hacerse cargo, y creo que lo está haciendo. No tiene que cortar amarra, porque hay una continuidad histórica. Pero este es el Gobierno de Maduro. Si no, va a ser siempre el Gobierno de la sombra, y él tiene que hacerse cargo de la memoria y de la continuidad histórica. Es la ley de la vida. Asumir a Chávez en el que está, papá murió. Él es ahora el que está.
Tiene que asumirse él en la herencia del padre. No es negar a Chávez, sino asumir a Chávez en el que está. Y muchos de los que van a decir: “Chávez, Chávez”, yo creo que más bien están diciendo: “Chávez no”, porque si a Maduro le va bien, a Chávez le iría bien en su idea. Y si decís: “Chávez es el único, y a Maduro le va mal”, en realidad lo que querés es que a Chávez le vaya mal. Y muchos van a decir: “Quieren olvidar al comandante, no lo hemos enterrado y ya lo quieren olvidar”, y esos van a ser quizás los más peligrosos, porque tienen una excusa fantástica para joderlo a Maduro.
RI. El Presidente asume el Gobierno en abril del 2013 y, en un acto que creo salvador, se decide a ir a la calle: agarra a todo el equipo de gobierno y lo lanza a la calle, y entonces todo el mundo a verle la cara la gente, en un contexto de mucha desmoralización, mucha gente triste, incertidumbre. Recorrimos todos los estados del país en menos de tres meses, en asamblea permanente con la gente, y creo que eso nos salva.
El Presidente hace eso en un contexto donde está reflexionando sobre la necesidad de crear un sistema de gobierno popular. Él no abandona la reflexión en el nivel más estratégico, está permanentemente pensando cómo derrotar la lógica burocrática del Estado, cómo ponerla a su servicio, qué instancias de participación crear, cómo garantizar la interlocución directa con el pueblo organizado. Da una centralidad al tema de las Comunas, que le venía dando el comandante en los últimos meses de su vida.
VZL: Un aporte fuerte que ha hecho Venezuela es el tema de las Comunas. Ese es un tema que a nivel teórico todo el mundo está de acuerdo, y a nivel práctico creo que es el único lugar, insisto, con avance y retroceso, en que eso se va corporizando, y no es un tema menor. Esa es una de las cosas mayores que tienen ustedes. Desde la sustancia de la cosa la Comuna es mayor que la cultura, no cultura teórica sino cultura práctica. Es más cultura el hecho de la Comuna que el hecho de un congreso.
El tema de las Comunas es un tema soñado. La Comuna de París está en el imaginario de todos nosotros. ¿Y dónde hay una Comuna? Como argentino tengo que ir a un libro para saber de una Comuna, porque allá tampoco se sabe de lo que están haciendo acá, y el único lugar donde se puede decir que se está trabajando en ese gran sueño es acá.
¿Qué cosas nuevas está haciendo la revolución bolivariana? La Comuna, esa palabra que nos trae todo lo mejor de la humanidad a la cabeza, ahí descansa la mística y de ahí nace el discurso colectivo. El próximo encuentro de la cultura: La cultura en la realidad soñada de las Comunas. Y cuando vuelvan a sus países y les pregunten: ¿Qué están haciendo los chavistas? Y están haciendo en serio lo que hablamos siempre y nadie hizo, que es poner en pie una Comuna. Ese puede ser el legado real que están dejando.
RI: Hay una cantidad de intelectuales que traicionan a su clase y militan en las filas del pueblo, que han hecho un ejercicio verdaderamente extraordinario de desaprendizaje de los valores en los cuales se forma una intelectualidad en una sociedad como las nuestras, y que literalmente arrojan luces, al margen de la matriz civilización o barbarie, que tanto daño nos ha hecho. En Venezuela los tenemos, y ellos nos han reclamado que tenemos que reinventar estos espacios. Pero más allá está aquello que se parece más a eso que al Presidente le gusta nombrar como el intelectual colectivo. Él decía en abril: “El intelectual colectivo que es el pueblo mismo, el ciudadano común”.
De la misma forma que tenemos que problematizar la relación con la intelectualidad, trabajar de la mano con el intelectual más lúcido, más de avanzada, hay un ejercicio intelectual colectivo que se está haciendo, y no estamos dejando registro de eso. Me angustia cómo hacer para dar cuenta de todo lo que se está pensando, inventando, todo lo que está creando el ciudadano común. Eso no es idealizar al pueblo venezolano. Ciertamente está pasando algo, que es la reflexión sobre la Comuna, que es uno de los espacios donde eso está sucediendo con mayor intensidad. Nosotros como Gobierno, responsables de políticas, como revolucionarios simplemente, ¿no deberíamos estar creando las condiciones para que eso se exprese, para que esa nueva cultura se vea, emerja? Creo que ahí tenemos el desafío principal.
VZL: Y otra cosa que es importante, insisto: haber convertido al ejército de enemigo en amigo. La gente por ejemplo no sabe, en general, en Argentina que han sido los negros y los mulatos los que pusieron el cuerpo, por lo menos en el ejército de San Martín, y la gente no lo sabe porque la historia la cuentan los bancos. En la guerra del Paraguay los mandaban a la primera línea y los mataron, y se perdió la sustancia popular de nuestras fuerzas armadas, empezaron a hacerse un espacio de clase media y clase media alta.
En la mesa de debate ayer, varios pidieron que se armara también una política con respecto a la Fuerza Armada. Y, soy absolutamente honesto, cuando alguien dice eso que yo comparto, sin embargo, me genera prejuicio. Son parte de la realidad, habría que tomarlos en cuenta para los congresos, como los intelectuales, artistas, científicos. Ayer decía en la mesa para el tema de derechos humanos que es imprescindible sacar una ley de educación, que allí donde haya educación trasversalmente esté el tema derechos humanos, y si eso se hace para la civilidad, que también se haga para los estamentos de las Fuerza Armada. Historia de los derechos humanos para todo el mundo, y en todo sitio donde haya educación. Hay que tomarlos como personas comunes. Si no, se sigue con el mito, y todo mito nació, en general, cuando la razón no dio respuesta. Hay que animarse, tienen que animarse. Si lo hacen, es una política inteligente y necesaria, porque si no se afianza ese lazo, el chavismo se va al carajo.
Esas son cosas que se podrían utilizar, y además no hay tanto tiempo. La derecha está desatada. No es chiste que Estados Unidos los declare enemigos. Tiene una parte declamativa, pero también es blanquear la situación. El enemigo a destruir hoy es Venezuela. Se convirtieron en enemigo principal. ¿Cuánta plata hace falta para joder a Venezuela? Acá está. ¿Cuánta gente tenemos que tener para boicotear, comprar voluntades? Acá está. Es un momento muy complicado. Y vuelvo a decir: es lo único que tenemos. Les guste o no les guste, los necesitamos. No hay veinte modelos.
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Publicado originalmente en Hastaelnocau, el 17 de enero de 2017