Este fin de semana pasamos por el Hato El Cedral, en Mantecal vía Elorza, en el estado Apure. A partir del 17 de septiembre de 2008, de manera oficial, sus más de 50 mil hectáreas pasaron a llamarse Empresa Socialista Ganadera Agroecológica Bravos de Apure, S.A. Diez días antes, el comandante Chávez hacía allí su Aló, Presidente número 320.
Más de diez años después, allí sigue El Cedral, empresa de propiedad estatal, funcionando conforme el propósito para la que fue creada, con su ganado doble propósito y sus más de 50 mil hectáreas de arroz sembradas. Además, como un espacio ideal para el turismo ecológico, con sus más de 400 especies de aves, con su caimán del Orinoco (alguna vez en peligro de extinción), con sus babas y sus serpientes (boas, anacondas, entre otras), sus ranas, murciélagos, mapaches, osos hormigueros, con sus delfines de agua dulce, sus pumas, jaguares, cunagüaros y onzas, con sus venados y con sus miles de chigüires. Están, por supuesto, sus más de 250 trabajadores y trabajadoras que hacen todo aquello posible, y también una escuela para sus niños y sus niñas, y sus tres comidas, parte de la cual es abastecida por la planta de lácteos José Cornelio Muñoz, una Unidad de Producción Social Agroindustrial (UPSA) ubicada en Mantecal, inactiva desde 2016 y recuperada por la Gobernación en 2018.
Y allí, en la antesala, un busto del comandante Chávez, convertido en parte de aquel hermoso paisaje, como homenaje y recordatorio del hombre que planteó la necesidad de multiplicar las experiencias de «propiedad social administrada por el Estado», como comentara en aquel Aló, Presidente, un documento histórico sobre el que hay que volver cada tanto, para lograr nuestra independencia económica, nuestra seguridad y soberanía alimentarias.
Claro que es posible. Quien tenga dudas, que pase por El Cedral. En general, Apure demuestra que se puede plantar cara a la pulsión privatizadora que hace estragos en otros puntos de la geografía nacional, y salir airosos en el intento.