Crónicas oficinescas: Menos por más

Una versión más corta de esta crónica aparece publicada en Épale CCS número 202.

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Hace unos días veía una película belga de 2014, Dos días, una noche (Deux jours, une nuit), dirigida por Jean-Pierre y Luc Dardenne y protagonizada por Marion Cotillard y Fabrizio Rongione.

La historia va así: Sandra (Marion Cotillard) trabaja en una pequeña empresa que fabrica paneles solares. Está casada con Manu (Fabrizio Rongione) y es madre de dos niños. Cae enferma y se ausenta durante algún tiempo de su trabajo. Poco antes de reincorporarse se entera de que Jean-Marc (Olivier Gourmet), su jefe inmediato, ha decidido someter a la votación de sus dieciséis compañeros de trabajo lo siguiente: Sandra conserva su empleo o todos obtienen un bono mensual de mil euros.

Previo a la votación, Jean-Marc intimida a varios de sus compañeros, en particular a los extranjeros indocumentados que trabajan a destajo: si la mayoría eligiera por la continuidad de Sandra, alguno de ellos tendría que ser despedido. Les manifiesta que la decisión de recortar personal ya ha sido tomada por el señor Dumont (Batiste Sornin), dueño de la empresa.

Es viernes. Se realiza la votación. Catorce votan por el bono. Sólo dos votan por la permanencia de Sandra. Juliette (Catherine Salée), su amiga y compañera de trabajo, le llama y le pone al tanto de la situación. Sandra se derrumba. Lo da todo por perdido. El pánico le invade. Juliette le insiste en hablar con el señor Dumont: si éste se entera de que Jean-Marc ha intimidado a algunos de sus compañeros, tal vez acceda a repetir la votación el día lunes.

Manu la lleva hasta el trabajo, donde la espera Juliette. Logran hablar con el señor Dumont, que desmiente a Jean-Marc: nunca planteó despedir a ninguna otra persona, sino consultar a sus compañeros si preferían el bono de mil euros o que Sandra conservara su empleo. El señor Dumont accede a realizar una nueva votación el lunes.

Sandra tiene dos días y una noche para hablar con sus compañeros de trabajo y convencerlos de que voten por ella.

Es un argumento tan sencillo como poderoso. Con la afanosa travesía que inicia Sandra la mañana del sábado, la película logra desnudar el alma de una Europa sumergida en el neoliberalismo.

Casi exactamente en los mismos términos le contaba la película a un amigo, incluida la coletilla anti-neoliberal y referencias a la cinematografía de Ken Loach, cuando me atajó con la siguiente historia: en cierta institución del Estado, y por razones que no vienen al caso, este año no se realizó el ya tradicional plan vacacional. En consecuencia, el titular de la institución decidió repartir el dinero previsto para tal fin, en forma de bono único, entre los beneficiarios: padres y madres con hijos entre dos y doce años.

Mi amigo me explicó que no conocía el origen de la propuesta que terminó imponiéndose: someter a votación de los potenciales beneficiarios si se distribuía el dinero tal y como estaba previsto inicialmente o sólo entre los padres y madres con hijos entre seis y doce años. Si la primera opción reunía más votos, todos recibirían un poco menos. Si triunfaba la segunda opción, menos trabajadores recibirían más dinero y algunos no recibirían nada.

Se realizó la votación y triunfó la segunda opción.

Supongamos que usted trabaja en esa institución y es padre, pongamos, de dos niños: uno de siete y otro de diez. ¿Cómo habría votado usted?

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