(Sexta contribución con semanario digital Supuesto Negado).
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Donald Trump ha advertido que en caso de resultar derrotado, su país se convertirá en Venezuela o Argentina. Hemos de considerar que si ha puesto tal acento en el riesgo que estarían corriendo sus conciudadanos, es porque semejante eventualidad tiene para él una connotación muy negativa.
Pero ya sabemos que para el estadounidense promedio, todo lo que está al sur del Río Bravo, incluyendo por supuesto la Patagonia, es un inmenso, hostil, incivilizado y uniforme México, plagado de gentes que comen tamales, de manera que aquellas precisiones geográficas carecen de todo sentido. Porque, sí, Trump ha demostrado con creces que adolece de la incultura general del común de los suyos.
Nombró a Venezuela y a la Argentina, y es inevitable sospechar que bien ha podido decir Ecuador, Bolivia o Brasil.
En todo caso, lo que hay que preguntarse es qué sucederá en Venezuela si gana Trump.
Es de suponer que el hombre cumplirá su promesa de construir un gigantesco muro, de miles de kilómetros, en la frontera con México, para evitar que la cruce tanto malviviente, anhelante de copiar el estilo de vida americano.
Pero, ¿y los malvivientes que ya habitan aquellas tierras de dios? Resulta que Trump ha jurado que devolverá a sus lugares de origen a los más de once millones de indocumentados, casi el ochenta por ciento de los cuales es de origen latinoamericano, es decir, más de ocho millones de personas.
De esos ocho millones y tanto de indocumentados, ¿cuántos serán venezolanos que han emigrado huyendo del régimen? De esos venezolanos, ¿cuántos habrá de aquellos que sienten un profundo desprecio por este “país de mierda” en el que les tocó, por desgracia, nacer?
Según me contaba Sandra Mikele, Miley Cyrus ha expresado su voluntad de mudarse a Canadá en caso de una victoria de Trump. Pues bien, saquemos cuentas: ¿qué país saldría perdiendo: Estados Unidos sin Miley Cyrus o Venezuela recibiendo con los brazos abiertos, como nos resulta tan irremediablemente característico, a unos cuantos miles de seres cuyo último deseo es pisar estas calles nuevamente?
¿Qué hemos hecho para recibir tanto castigo? ¿Acaso no son suficientes todo el odio, toda la vulgar cipayería que hemos debido padecer todos estos años?
Lo sabemos bien: son las pesadillas que a veces les asaltan a los pueblos que sueñan con ser libres y luchan por ello.
Pero hay que reconocerlo: cómo cuesta lidiar con esas gentes y sus miserias; gentes que quisieran ver a este país convertido en ruinas; gentes a las que no puede irles sino mal, porque es el puro mal lo que desean a los otros; gentes que se entristecen con las alegrías populares, colectivas; gentes que son capaces de matar de hambre a los otros, con tal de saciarse hasta reventar.
De manera que no es muy auspiciosa una victoria de Donald Trump. En lo absoluto. Nada podría ser peor. Bueno, sí: Hillary Clinton.