(Publicado en Épale CCS número 181).
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Hay gentes que parecen hechas a imagen y semejanza de las oficinas. Floreros vivientes, con el alma empozada. Árboles centenarios en sequía permanente, que ya no dan sombra, pero que han esparcido a tal punto sus raíces que tienen el poder de hacer tropezar a todo lo que se mueve.
No van juntas, pululan. No conversan, cotillean. Esconden la mirada, pero lo observan todo, cual si vivieran no más que para ser testigos de la vida que no se resigna, que todavía no se resigna. Si alguien las retratase, el resultado sería una naturaleza muerta.
En los pasillos ministeriales, en las antesalas de los ascensores, en los comedores, en los auditorios, ya no pelean. En el gran cuadrilátero de la vida, sólo saben lanzar golpes bajos.
Varias veces me descubrí sentado en el suelo, cabizbajo, retorciéndome del dolor.
Pero en un error imaginarse aquellos espacios como pura penitencia. Que la autocompasión jamás se una a nuestros nombres. Trabajar en una institución pública también puede ser un deporte de combate.
Durante los primeros días de mi paso por Comunas, algún periodista me preguntó qué pensaba hacer ahora que estaba inmerso en la misma burocracia que tantas veces había cuestionado públicamente. Respondí, palabras más, palabras menos: aprovechar la oportunidad.
Aprovechar la oportunidad y dar unos cuantos golpes, que oportunidades como esa no se presentan a diario.
Es lo que hicieron muchos hombres y mujeres que me acompañaron, es lo que continúan haciendo, y es lo que hacen e hicieron muchos hombres y mujeres en cada una de las instituciones del Estado.
Con más desventajas que ventajas en muchas de ellas, con infinitas limitaciones, la pelea que hemos dado y seguimos dando quienes militamos en la construcción de una sociedad justa e igualitaria, ha sido una pelea digna de librar. Era lo que correspondía hacer. Es lo que corresponde seguir haciendo.
A diferencia de todas las precedentes, nuestra generación ha tenido la oportunidad y la fortuna históricas de infiltrarse en las instituciones para trabajar en la creación de las condiciones que hicieran posible el autogobierno popular. No tiene sentido limitarnos a hablar de los que han desaprovechado la oportunidad o han fracasado en el intento.
La experiencia acumulada por nuestra generación habrá de ser transmitida a nuestros hijos e hijas. Y la pelea continuará.
Seguiremos recibiendo golpes bajos, pero también golpearemos con reciedumbre. No dejaremos de aspirar al nocaut. Aquí no aplica esa de suspender el combate. La pelea es peleando.
la pelea es en donde sea, pero este proceso lo debemos ganar, retroceder es mas largo que avanzar saludos luis roque guedez