(Primera contribución con semanario digital Supuesto Negado. Salud).
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Empleemos un indicador de lo más convencional, a ver si se entiende: cuando el comandante Chávez ganó las elecciones por primera vez, el 6 de diciembre de 1998, la cantidad de pobres ascendía a 11 millones 212 mil 273 personas, equivalente a 50.4 por ciento de la población. Al momento de su muerte, el 5 de marzo de 2013, existían en Venezuela 9 millones 863 mil 932 personas pobres, el 34.2 por ciento de la población. Esto significa que 15 años después, la pobreza había disminuido significativamente, tanto en términos relativos como absolutos.
Hagamos el ejercicio: volvamos en el tiempo a 1998, e imaginemos que el comandante Chávez resultó derrotado. Supongamos algo más improbable aún: que el conjunto de políticas anti-populares ejecutadas desde entonces por el gobierno adeco-copeyano no trajo como consecuencia el incremento de la pobreza. Es decir, supongamos que los índices de pobreza se mantuvieron exactamente igual. Pues bien: en marzo de 2013, la cantidad de pobres hubiera ascendido a 15 millones 48 mil 746 personas.
En otras palabras, tomando el primer semestre de 2013 como referencia, si hubiéramos estado gobernados por el partido de la oligarquía, existirían 5 millones 184 mil 814 personas pobres más. Insisto: esto es suponiendo que no hubiera aumentado la pobreza, como sucede con todo gobierno antipopular.
Este indicador de pobreza por ingreso está actualizado hasta el segundo semestre de 2013. Entonces, el 32.1 por ciento de la población era pobre, equivalente a 9 millones 174 mil 142 personas. Si hubiéramos estado mandados por adecos y copeyanos, esta cifra hubiera ascendido a 15 millones 150 mil 620 pobres.
Sí, se lee rápido. Pero estamos hablando de una diferencia de 5 millones 976 mil 478 almas.
Casi 6 millones de personas que, con absoluta certeza, y como mínimo, volverían a ser pobres en caso de que la revolución bolivariana resultara derrotada.
Usted no tiene por qué creerme: vaya y saque usted mismo la cuenta. Porque de algo sí puede estar seguro: éstas son las cuentas que hay que sacar.
Vaya y revise el programa de gobierno de Capriles Radonski en 2012, de corte claramente neoliberal. Si no le resulta suficiente, tome nota de las iniciativas legislativas promovidas por el antichavismo desde la Asamblea Nacional en lo que va de año: todas de carácter antipopular, concebidas para beneficiar a las élites económicas, orientadas a la privatización de la renta petrolera.
La guerra económica está dirigida contra la población pobre, por supuesto que sí. Pero fundamentalmente contra esos tantos millones de personas que dejaron de ser pobres, y hoy corren el riesgo de serlo nuevamente. La oligarquía venezolana, experta en movilizar a su base social a partir del miedo, intenta, con éxito parcial, desmovilizar a parte de la base social de apoyo a la revolución induciendo el pánico a la pobreza.
¿Siente usted pánico, al punto de pensar que, después de todo, la culpa la tiene Maduro, y más vale salir de este gobierno y entregárselo al antichavismo? Esa es la idea. La guerra que padecemos está concebida para que así sea.
Decía Chávez el 2 de junio de 2010: “Ellos y su guerra económica han hecho imposible que la revolución derrote definitivamente la inflación y la llevemos a un dígito, y mientras, la burguesía sigue controlando… la mayor parte de la banca, la gran banca nacional, el 90 por ciento y más del comercio, 80 por ciento de la banca, una buena parte de empresas transnacionales… ¿Qué es lo que ellos hacen cada vez que vengo yo y anuncio incremento de salario mínimo? Ah, bueno, de inmediato ellos incrementan los precios, y entonces terminamos haciendo nosotros el papel del pendejo”.
No entremos en pánico. No hagamos el papel de pendejos. Saquemos bien las cuentas. Y actuemos.
Una respuesta a “Las cuentas que hay que sacar”