Que se haga la maquinaria popular

Chávez en campaña de Santa Inés, explicando estrategia electoral

En este momento no parece tener mucho sentido detenernos en el cuestionamiento de la lógica del partido-maquinaria. Las severas limitaciones de esta forma de hacer política las hemos vuelto a verificar una y otra vez mientras nos desplazábamos en la calle, durante esta campaña. 


Esa inclinación por las interminables reuniones cerradas y las concentraciones públicas en lugar de la movilización propiamente dicha; ese contacto «cara a cara» episódico, ocasional, en lugar del despliegue territorial permanente; esa concepción elitesca de la militancia, según la cual el pueblo es una masa que hay que adoctrinar para rescatarla de la ignorancia; todas éstas son expresiones de una manera absolutamente anacrónica de entender la política, que progresivamente irá siendo desplazada por una política «otra», que los más cínicos interpretan como una abstracción o un imposible, un asunto concerniente a la «filosofía», sin darse cuenta de que la existencia misma de la revolución bolivariana, su irrupción como acontecimiento, tiene su origen en la crítica radical de la política de elites.

Viniendo como venimos de allí, de esa crítica radical, y siendo lo que somos, aunque otros sigan siendo como fuimos, ¿cómo extrañarnos del hastío popular que produce todo lo asociado con la lógica del partido-maquinaria? Terminemos de asumirlo como un hecho, y los efectos de aquella lógica como un obstáculo más que tendremos que franquear, en lugar de continuar recreando un malestar que, en última instancia, es funcional a los jefecillos y sus mentalidades de aparato, y para los cuales la política debe pasar inevitablemente por ellos.

Porque es cierto que la política también discurre por otros derroteros. Más interesante, y sin duda más provechoso, sería comenzar a dar cuenta de lo que se asoma como una maquinaria popular, que va constituyéndose más allá de la izquierda y más allá de los partidos, parafraseando a Alfredo Maneiro.

Sería un error afirmar que esta maquinaria popular recién está tomando cuerpo, en el transcurso de esta campaña electoral. De hecho, entre los entendidos (es decir, entre aquellos que han formado parte de ella, en una o varias oportunidades) parece haber consenso en torno a la idea de que esta maquinaria nunca fue tan potente como en 2004, cuando la campaña de Santa Inés.

En lo sucesivo, agregan algunos, habríamos atestiguado un proceso de debilitamiento gradual y deliberado de esta maquinaria popular, cuya extraordinaria fortaleza ponía en riesgo la capacidad de maniobra de los aparateros y figuras afines.

Si así fuera, esta maquinaria popular apenas desplegada, que permanece latente, en espera de alguna señal para tomar posiciones de cara a la jornada del 7-O, estaría simultáneamente experimentando su recomposición, luego de años de letargo y extravíos.

Se trata de un fenómeno singular y apasionante, protagonizado principalmente por millones de personas con militancia formal en algún partido, pero cuya militancia real no necesariamente guarda relación con estructuras formales o lineamientos emanados por algún órgano de dirección.

Se milita en el barrio, en el campo, en el bloque o en el edificio, hasta en el lugar de trabajo, casi siempre incorporados en algunas de las formas de organización promovidas por el gobierno, con mayor o menor éxito, y en la mayoría de los casos para procurar la resolución de problemas concretos. Se milita para la consecución de objetivos puntuales, que no por ello menos estratégicos, como es el caso de la reelección del comandante Chávez. También se milita al margen de los partidos.

Todos juntos conforman un engranaje que, cuando está suficientemente «aceitado», es sencillamente invencible. No importa el nombre que adopten: unidades, batallones, patrullas, etc. De una forma u otra, cada quien suma su esfuerzo para la movilización y la defensa del voto. Muchas veces, incluso, sin estar incorporados formalmente en alguna unidad base.

Quién puede dudarlo: siempre hay quienes pretenden ganar indulgencia con escapulario ajeno, y reclaman el mérito de las victorias obtenidas en buena lid por los millones de anónimos que constituyen la maquinaria popular. Pero sucede que esos anónimos, los mismos que celebraron ruidosamente el día en que, con Chávez a la cabeza, dejaron de ser invisibles y pendejos, y ahora tienen rostro, nombre, dignidad y conciencia de su fuerza, cada vez los toleran menos.

Esta indisposición para seguir disimulando lo que está a la vista de todos (cómo mandonean, como se disputan cuotas de poder, cómo se distraen en rencillas que no conciernen sino a pequeños grupos) tal vez guarde relación con la «tibieza» de la campaña electoral. Tal vez las encuestas que le dan al comandante Chávez una ventaja de nueve millones sobre cinco del candidato de la oligarquía, contribuyen a crear un clima de triunfalismo. Insólito.

Pero tales son asuntos menores, casi se diría que gajes del oficio, frente al reto que tenemos por delante: hacer posible el triunfo de Chávez por amplio margen. Para lo que es necesario que cada cual vaya asumiendo posiciones. Sin excusas ni dilaciones. Que se haga nuevamente la maquinaria popular, que se levante el gigante, que estremezca la tierra. Salgamos a pelear voto a voto.

3 Respuestas a “Que se haga la maquinaria popular”

  1. Tenía rato que no te escribía. Y creo que la fascinación y el asombro, y otros movimientos ulteriores, que arden el güiro y el corazón todavía no han salido. El fetiche electoral, tú sabes, se calcinó. Y esta, al menos en cuanto a momento que se estructura, es la campaña más frívola del coman. Maripili y Hani Kauam captando el voto de la clase media reanalfabeta no va a resolver nada. Pero, con voto o no, el chow continúa. Y va a continuar, así sea por las malas. Y de malas y buenas quería hablar. Pero, tal como comentas, no se ha visto el betoven todavía. Y en eso confío, esa verga rara que decía zabaleta mercado creo que citando a gramsci: no hemos visto, desde el 2004, y podremos verlo seguramente más alante, la economía moral de la multitud. Y ese betoven no tiene nada que ver con gobierno en tanto gestión. Porque si de eso se tratare mano…Entonces viene el beta de poder y gobierno. Una decisión completamente infeliz. Es la campaña más infeliz que hemos testimoniado hasta ahora, la más desabrida. Si no fuera porque nomber guan está yendo pa los puntos débiles (petare, táchira), imagináte. Y lo digo así porque hay que ver qué está pasando en Lara, termómetro nacional, y Yaracuy. ¿Reyes Reyes? ¿Montilla? ¿León Heredia? ¿El cabrón ese general mocho en bolívar? Así perdemos.¿Pero si ellos ganan nosotros ganamos? ¿y enrique maestre? Y tanta traición potencial acumulada? ¿elecciones presidenciales? El coman gana, ¿y? El chavismo raizal padece de gobierno. ¿No? Lección de Pirro 2002? Invocamos porque nosotros los preintelectuales no tenemos de otra. ¿La vamos a pegar? Otra vez la autocrítica llegó tarde. Insisto, igual ganamos. Pero no se trata de eso no? ¿o es que acaso no llegó el momento de mandar a la mierda a los winers? no quiero ser país potencia. de resto, mi voto está, y mi capacidad de entrompe y coñiza también, como el resto, pero, entonces, ¿dónde está el enemigo? en el escualidismo militante? no, y tú sabes. salud y gaceta

  2. Estoy de acuerdo con el concepto pero no con el nombre, "maquinaria popular" me parece una contradicción en los términos, toda maquinaria es anti popular. Claro, este es un comentario "acerca del dedo" y no "acerca de lo que señala el dedo" que es lo realmente importante.Lo realmente importante es que: "Cientos de miles – y tal vez millones – de militantes de probada vocación democrática, revolucionaria y popular, coexisten con unos cuantos centenares de burócratas, corruptos, oportunistas y estalinistas sobre los cuales se posa la mirada de reprobación del chavismo popular, que está lejos de tolerarlos de manera cómplice o resignada. Centenares o miles, eso no es lo más importante. Lo decisivo es que seamos capaces de entender la oportunidad que implica saber que son minoría." [http://saberypoder.blogspot.com/2010/10/del-partidomaquinaria-al.html]

  3. Diego y gxerman, aquí les va esto:"Se quitó al militante la sensación de ser, él también, un constructor de la historia, para convencerlo de que todo esfuerzo espontáneo y toda colaboración propia indicaba indisciplina y ambición, con lo que se le quitó estímulo al esfuerzo partidario; y se impidió sistemáticamente la organización de abajo a arriba, sustituyéndola por otra de arriba a abajo, con lo que se ganó una apariencia de orden incapaz de enfrentar la arremetida de los acontecimientos pues se cegaron las fuentes de la contribución voluntaria y apasionada al convertirse los militantes en meros espectadores a la espera de la gracia.Fue así que los combatientes resultaron sustituidos por pensionistas del poder.Tan verdad es lo que digo sobre este particular, que un movimiento inerte en las jornadas decisivas, se convirtió en fuerza combativa en cuanto se vio librado a su propio esfuerzo, librada de jerarquías artificiales. Esta es una prueba en contra de la organización por la organización, tan proclamada desde el poder y superada ampliamente por la espontánea organización de los espíritus en cuanto la voluntad y la inteligencia de centenares de miles de ciudadanos quedó librada a sus escasos recursos. Porque la liberación de una falsa disciplina interna ha dado fuerzas al movimiento, produciendo la paradoja de hacerlo más combativo en la adversidad que en la victoria, en el llano que en el poder".Arturo Jauretche. 1957. (Los profetas del odio y la yapa).

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