La morisqueta del antichavismo

(Cuando terminaba de redactar este artículo, leí las declaraciones que Capriles Radonski, gobernador de Miranda, ofreció a la agencia Reuters: «En Venezuela no hay espacio para gobiernos de derecha».

A los de la especie de Capriles ya les he dedicado algunas líneas. Por ejemplo aquí.

Ahora lean lo que opinó Ramos Allup, jefe de Acción Democrática: «La idiosincrasia de este país fundamentalmente se ubica con el pensamiento de la izquierda democrática… Si nosotros logramos presentar una buena propuesta de izquierda democrática que desarticule el mensaje populista de Chávez, vamos a ganar las elecciones sin duda alguna».

Al paso que vamos, pronto veremos a los jóvenes antichavistas coreando la consigna: «Ser pobre no es delito»).

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Por ahí dicen – no me consta – que algunos estudiantes antichavistas han aprendido a entonar la canción Nos tienen miedo porque no tenemos miedo, de Liliana Felipe, argentina, y Jesusa Rodríguez, mexicana, creada al calor de la resistencia civil contra el fraude electoral en México, y que luego se convirtiera en el himno de la resistencia popular contra el golpe de Estado en Honduras, hace un par de años. ¿Cómo explicarse este trasegar de signos, esta usurpación deliberada de símbolos de luchas que el propio antichavismo ha ignorado o menospreciado?

El antichavismo, es cierto, procede reduciendo el chavismo a su caricatura, que puede ser «oficial» o monstruosa, mientras que el oficialismo procede «despopularizando» al chavismo. Pero desde 2007, el antichavismo realiza otra operación, clave para entender el estado actual de la lucha política: no se «opone», simplemente, al chavismo, sino que intenta absorber toda su potencia, usurpando sus consignas, sus ideas-fuerzas motrices, su verbo y su cadencia, procura mimetizarse, camuflarse, para pasar desapercibido y así propagarse.

El antichavismo, parte de él, sabe que la única forma de derrotar al chavismo es «popularizándose». Por eso, en lugar de enfrentarlo abiertamente, intenta seducirlo. Cuando se ve obligado a ponerle límites, como cuando las «invasiones» en Chacao, el pasado 22 de enero, suscita su enemigo: acusa al «oficialismo» y no al pueblo chavista. No abiertamente. La tarea de criminalización corresponderá, en todo caso, al propio oficialismo, que correrá a condenar las «invasiones».

Basta recorrer por estos días los pasillos de la Universidad Central, leer las pancartas en las paredes, escuchar a los «líderes» del antichavismo estudiantil un par de minutos, para entender que, después de todo, el chavismo no tiene absolutamente nada que temer. Si concediéramos que aquellos furores de los ochenta y noventa no eran más que la versión desmejorada de la lucha armada de los sesenta y setenta, esto de ahora, cómo te explico, no pasa de ser un fraude. Un soberano y monumental fraude. Puro infantilismo de derecha. Muchacho pendejo posando para las cámaras de televisión. De cuándo acá. Una generación que jamás sabrá la diferencia entre desgañitarse y ser muñeco de ventrílocuo.

Una vez que ha mordido el anzuelo del infantilismo de derecha, el oficialismo contribuye decisivamente a la infantilización de la política. Puede que el oficialismo sienta algún temor por la muchachada antichavista. No lo sé. Pero de algo sí estoy seguro: el antichavismo nos tiene pavor. A los chavistas. Por eso tanto esfuerzo en parecerse a nosotros, aunque no les salga más que una morisqueta.

4 Respuestas a “La morisqueta del antichavismo”

  1. Hay momentos en que se hace necesario pensar categóricamente, con el rigor objetivo y casi matemático de la Física.El problema central que nos ocupa es la desigualdad de clases y la voluntad de liberación del pueblo. Si te entiendo bien, a esto último tu lo llamas chavismo.El problema es que alrededor de una palabra siempre hay una nube de connotaciones. Y muy a nuestro pesar la nube de 'chavismo' incluye hoy corrupción, ineficacia, hipocresía y –por el amor de Dios– auge y caída de la civilización de Marte.

  2. Claro, Gustavo. Tan chavista es Diosdado Cabello como cualquier trabajador que aún le quede algo de esperanzas en el gobierno. La ventaja del chavismo, desde el punto de vista de la gobernabilidad burguesa, es precisamente que no tiene contenido de clase. Pero para luchar por una verdadera revolución socialista, hay que partir de otros sujetos y otras definiciones, el eje chavismo-antichavismo no nos sirve.

  3. Desde Argentina, te felicito x el blog y por poner a discusión temas que conciernen al futuro de la revolución bolivariana. Un abrazo grande y esperemos que el chavismo – y todo lo que eso implica – pueda seguir dando pasos hacia la consolidación del socialismo del S.XXI

  4. Reynaldo, el tema es que EL CHAVISMO está en el poder, y el que esta en el gobierno es el responsable de los problemas que sufrimos hoy los venezolanos, eso genera en uienes estan en la oposición el discurso a favor de las luchas de la gente, que evidentemente el gobierno no ha sabido escuchar.El problema no es que la dirigencia de la oposición se haga de las consignas que deberían ser, segun tu del Chavismo, sino que efectivamente el gobierno Chavista, esta perdiendo la conexión con esas luchas, a punta de 12 años de oprobio y de no lograr resolver nuestros problemas.AB

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