A propósito de La ciberadvertencia, de El Nacional: el temor de la prensa antichavista

La principal preocupación de la prensa antichavista no es la amenaza de censura, sino la posibilidad, que a veces se asoma cercana, de la discusión libre y democrática sobre cualquier asunto de interés público. Frente a esta posibilidad, la prensa antichavista reacciona con verdadero pavor, procurando reconducir los términos de la discusión al esquema resabido y preconcebido, y fuera del cual todo dejaría de tener sentido para el antichavismo: es imprescindible, en cada caso, «demostrar» que la «prensa democrática» libra una lucha a brazo partido, y siempre en condiciones desventajosas, contra las fuerzas del silencio, la oscuridad, la mordaza y la mentira.

Esto ha quedado en evidencia, una vez más, en ocasión de la movilización que se ha producido en el campo revolucionario a propósito de la propuesta de reforma de la Ley Resorte. Resumiendo: esta movilización, en la que compañeros como Luigino Bracci han jugado un destacado papel, ha traído como consecuencia la remoción de varios artículos que muchos cuestionamos, por su carácter regresivo.

Por donde se le mire, se trata una victoria, tal vez para algunos modesta, pero victoria al fin, lograda en buena lid, y cuya importancia trasciende el hecho mismo de la puntual remoción de artículos. Como escribió Luigino Bracci el miércoles 15 de diciembre: «Sin duda que este proyecto es muchísimo mejor que el planteado días atrás. Seguramente puede ser perfectible, seguramente si uno busca podrá encontrar cosas que se puedan mejorar. Pero me alegra saber que sí pudimos unirnos y hacer cambios, y que hubo gente que sí nos escuchó sin llamarnos escuálidos o contrarrevolucionarios. Los llamados del Presidente Chávez a la autocrítica están surtiendo efecto«.

En otras palabras, y en esto coincido plenamente con Luigino Bracci, la verdadera victoria radica en la posibilidad real de sumar esfuerzos para crear las condiciones de una discusión libre y democrática sobre asuntos de interés público, sin cortapisas ni chantajes, como aquel según el cual no es «conveniente» ejercer nuestro derecho – y nuestra obligación – a disentir públicamente de alguna iniciativa gubernamental que consideremos errada y, por tanto, susceptible de revisión, porque eso significaría «darle armas a nuestros enemigos».

Eso, nuestros «enemigos» lo saben perfectamente, y sacan provecho político de esta circunstancia de manera permanente. Pero, ¿qué significa «sacar provecho político»? Significa sabotear en todo momento la posibilidad de la discusión libre y democrática. Más allá: el aplanamiento de las diferencias, el intento siempre frustrado de invisibilizar, mediante el chantaje, las voces críticas (es necesario subrayar que el chavismo es mayoritariamente crítico, cuestionador, irreverente, inconforme) tiene como efecto reforzar la versión maniquea de la prensa antichavista: 1) el chavismo es una masa informe que no discute ni cuestiona; 2) el chavismo es sinónimo de mentira, imposición, violencia y sinrazón; 3) el gobierno chavista va directo a la dictadura, y uno de sus objetivos inmediatos es la censura de la «prensa libre»; y 4) la prensa antichavista es sinónimo de verdad, libertad y razón.

Póngase como ejemplo el trabajo publicado el domingo 19 de diciembre en el diario El Nacional, intitulado La ciberadvertencia, firmado por Laura Helena Castillo y David González, y que ya produjo una primera respuesta de Luigino Bracci. La impresión que deja una primera lectura de la nota es que algunos contenidos de la propuesta de reforma de la Ley Resorte eran tan cuestionables, que hasta produjo la movilización de algunos chavistas (y citan palabras del mismo Luigino Bracci, de Marialcira Matute, José Roberto Duque, Helena Salcedo y del autor de este blog). Pero como no se trata de impresiones, hagamos breve mención de algunas partes del trabajo.

Lo primero que queda claro, es que los periodistas están convencidos de que todos los caminos conducen a la censura, de la misma manera que el gobierno camina a paso firme hacia la imposición de una dictadura. Por ejemplo: aunque reconocen «la supresión de los puntos más polémicos», aseguran que «se mantienen algunas prohibiciones de cuidado». Más adelante advierten: «aspectos esenciales de la arquitectura para controlar Internet fueron desechados de momento», y sólo de momento. Luego: «Hay activistas que piden a los cibernautas dormir con un ojo abierto». Léase bien: «activistas» antichavistas, nosotros sólo calificamos como «seguidores del proyecto presidencial». Por último: «Pero los ciudadanos saben que el peligro se mantiene». ¿Qué ciudadanos?

Pero la clave del trabajo está resumida en una frase de apenas ciento treinta y ocho caracteres, que hubiera podido merecer un buen tweet: «El temor de darle banderas a la oposición, que se movilizó en varias oportunidades esta semana, contribuyó con la velocidad de la reacción». ¿Fuente? «Según cercanos a la AN». Muy convincente, sobre todo tratándose de un trabajo que se tomó la molestia de citarnos textualmente a varios de los «seguidores del proyecto presidencial».

De esta manera, insisto, todo el esfuerzo a favor de la discusión libre y democrática sobre asuntos de interés público, nuestra reivindicación del Chávez que hace llamados a la autocrítica, y la verificación de que estos llamados están surtiendo efecto, los periodistas de El Nacional lo reducen a «temor de darle banderas a la oposición». De igual forma, la victoria que implicó la modificación puntual del articulado del proyecto de reforma de la Ley Resorte (Ley Mordaza, según la prensa antichavista), queda reducida a su contrario, puesto que «el peligro» de censura «se mantiene».

Es cierto, la prensa antichavista simplemente hace su trabajo: reconducir siempre los términos de la discusión para que todo encaje en su esquema preconcebido. Sin embargo, nunca está de más identificar cómo lo hace, evaluar las implicaciones de lo que hace, identificar los efectos que persigue y actuar en consecuencia.

Lo que ha quedado demostrado con este episodio es que el chantaje («temor de darle banderas a la oposición») no ha funcionado. Todo lo contrario de lo que afirman los periodistas de El Nacional. Por eso hablan de «temor», que no es más que el suyo propio.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *