Cómo estás viejo querido. Seguro estás bailando samba, allá y aquí, donde sea que te encuentres, en todas partes. Por aquí gritamos, saltamos, reímos, celebramos, cantamos. En cuanto a Sur, no sé qué celebra más: si las victorias o nuestra alegría. Hasta César celebra: «¿Lo volvieron a hacer, panita?». Coro también, desde Higuerote, en un centro de refugio, donde lleva más de una semana. Sandra Mikele, en Maracay, con la familia, porque sabe que su Papá está contento. Sin embargo, siempre me pregunta: «¿Y de qué lugar estamos?». «Todavía de últimos», le respondo. Y entonces se sume en el silencio de quien no termina de comprender cuál es el alboroto. Meres, también desde un centro de refugio, saca fortaleza de su reserva inagotable y me regala una sonrisa a la distancia. Y Rommel, por supuesto. El incondicional. El que me acompaña siempre, en las buenas y en las malas. Ya llevamos seis victorias consecutivas, catorce en los últimos dieciocho juegos. Y pensar que, como me decía Rommel, hace diecinueve juegos, con apenas seis victorias y con veintiún derrotas a cuestas, el nuestro era un equipo desahuciado, sin ánimos, sin horizonte, casi sin vida. Saltaba al terreno por inercia, desorientado, sin ganas. De repente como que un latigazo les atravesó el cuerpo y volvieron a ser un equipo, el que hace las pequeñas cosas, el que jamás se rinde, el del juego hermoso, combativo, deslumbrante, alegre. El terreno no una circunstancia, sino un campo de batalla. El equipo que nos enseñó a no darnos por vencidos nunca. De estas seis victorias al hilo, las últimas dos dejando en el terreno al contrario. El viernes fue contra el Zulia: llegamos al noveno perdiendo 3 a 2, llenamos las bases con un solo out, y Rainer Olmedo conectó un linietazo que bañó, bastó y sobró al jardinero derecho. Carajo mi viejo, qué vaina tan sabrosa. Ayer sábado le tocó al Caracas, el mismo equipo que nos dejó en el terreno el día de tu partida. Llegamos al noveno otra vez perdiendo 3 a 2, y volvimos a llenar las bases con un solo out. Pero esta vez le tocó a Rafael Álvarez, que salió de emergente para conectar una línea por todo el centro que se trajo las dos. La del gane la anotó Rainer Olmedo, que se deslizó en ese jon como si de eso dependiera su vida. Por eso, mi viejo, estoy seguro de que estás bailando samba. No es para menos: hoy, cuando se cumple un año de tu partida, con ese par de dejadas en el terreno, los Tiburones de La Guaira te montaron tremendo comité de bienvenida. Vas trotando por las bases, después de sacarla de jonrón, con el brazo izquierdo en alto, saludando y arengando a la tribuna derecha del Universitario, cruzas por tercera base, guerrero, invencible, y llegas a jon para fundirte en un mar de abrazos, palmadas y saltos. ¡Los dejamos! ¡Los dejamos! ¡Los dejamos! Saltamos contigo, nos abrazamos contigo. Porque sigues siendo nuestro héroe.
Héroe
Estadio Universitario de Caracas, sábado 11 de diciembre de 2010: Rafael Álvarez rumbo a la primera, brazo en alto, ya convertido en el héroe de la jornada. La Guaira 4, Caracas 3.
Rainer Olmedo, el héroe de hace un par de días contra el Zulia, se desliza en jon para anotar la de la victoria.
no hay palabras para expresar lo que siento al leer estas lineas, definitivamente nano nos dejo el legado mas grande que pudo, ser fanatico de los tiburones de la guaira y es que ser fanatico de los tiburones es una forma de vida, somos tiburones los 365 dias del año, siempre batallando, siempre rodilla en tierra y aunque la vida nos golpee nos paramos y seguimos adelante con alegria y optimismo, somos lo que somos gracias a nano y eso siempre lo voy a agradecer
Un fuerte abrazo papas. Vamos es pa encima siempre. Dígalo.
Sabias tus palabras: él está en todas partes. En todas.Y bueno yo andaba, aunque no soy de tu equipo, de un júbilo total por esa dejada en el terreno a los leones y a las aguilas.Querido un abrazote pa ti, que cuando hablas de tus cosas me conmueves hasta los huesos.