París: Nuestro homenaje a los combatientes de la Comuna

«París es infinita», me escribía un querido amigo antes del viaje. Habría que agregarle que tiene mucho de indescriptible. Indescriptible porque resulta cuesta arriba escribir de ella sin caer en lugares comunes. Pero París, como cualquier otra ciudad, es también maneras de recorrerla. En mi caso, para reencontrarme con una parte de nuestra historia. No de la «historia universal», sino de la nuestra. Tal vez por eso, ningún lugar me conmovió más que el Père-Lachaise, el cementerio más grande de la ciudad, creado en los tiempos de Napoleón.

Recorrer el Père-Lachaise fue una oportunidad para seguir algunas de las huellas de la gloriosa Comuna de París, de 1871. En uno de sus muros (ángulo este del cementerio) fueron fusilados ciento cuarenta y siete combatientes de la Comuna. Allí se erige el Muro de los Federados (Mur des Fédérés), en honor a los caídos. Pero el Père-Lachaise fue también escenario, la tarde del sábado del 27 de mayo de 1871, de una de las últimas batallas de lo que Marx llamó la «guerra civil» en Francia, que culminó con la derrota de la Comuna, un día después. Los comuneros, ampliamente superados en número, con escasas municiones, utilizaron las lápidas para cubrirse del fuego enemigo. Algunos, ya sin municiones, libraron batallas cuerpo a cuerpo, a cuchillo, con los versalleses. Así lo cuenta Prosper Olivier Lissagaray, en su Historia de la Comuna de París: «Mientras su frente cede los federados son atacados por detrás. Desde las cuatro de la tarde los versalleses asedian el Père-Lachaise, que apenas contiene doscientos federados, siempre sin disciplina, sin previsión; los oficiales no han podido hacer almenar los muros. Los versalleses abordan por todas partes a la vez ese temido recinto y la artillería del bastión ara el interior. Las piezas de la Comuna no tienen casi municiones desde la tarde. A las seis, los versalleses, no atreviéndose, a pesar de su número, a intentar la escalada, cañonean la gran puerta del cementerio. Ésta cede prontamente pese a la barricada que la apuntala. Abrigados detrás de las tumbas, los federados disputan su refugio. Hay en las bóvedas combates al arma blanca. Los adversarios ruedan y mueren en las mismas fosas. La oscuridad no detiene la desesperación». En La guerra civil en Francia, Marx cita el relato del «corresponsal parisino de un periódico conservador de Londres», que narra lo que ocurría en París luego del combate en el Père-Lachaise: «Mientras a lo lejos… se oyen todavía disparos sueltos y entre las tumbas del cementerio de Père-Lachaise agonizan infelices heridos abandonados; mientras 6.000 insurrectos aterrados vagan en una agonía de desesperación en el laberinto de las catacumbas y por las calles se ven todavía infelices llevados a rastras para ser segados en montón por las mitrailleuses resulta indignante ver los cafés llenos de bebedores de ajenjo y de jugadores de billar y de dominó; ver cómo las mujeres del vicio deambulan por los bulevares y oír cómo el estrépito de las orgías en los cabinets particuliers de los restaurantes distinguidos turban el silencio de la noche». Este monstruoso espectáculo hace escribir a Marx: «En cada uno de sus triunfos sangrientos sobre los abnegados paladines de una sociedad nueva y mejor, esta infame civilización, basada en la esclavización del trabajo, ahoga los gemidos de sus víctimas en un clamor salvaje de calumnias, que encuentran eco en todo el orbe. Los perros de presa del ‘orden’ transforman de pronto en un infierno el sereno París obrero de la Comuna. ¿Y qué es lo que demuestra este tremendo cambio a las mentes burguesas de todos los países? ¡Demuestra, sencillamente, que la Comuna se ha amotinado contra la civilización! El pueblo de París, lleno de entusiasmo, muere por la Comuna en número no igualado por ninguna batalla de la historia. ¿Qué demuestra esto? ¡Demuestra, sencillamente que la Comuna no era el gobierno propio del pueblo, sino la usurpación del Poder por un puñado de criminales! Las mujeres de París dan alegremente sus vidas en las barricadas y ante los pelotones de ejecución. ¿Qué demuestra esto? ¡Demuestra, sencillamente, que el demonio de la Comuna las ha convertido en Megeras y Hécates! La moderación de la Comuna durante los dos meses de su dominación indisputada sólo es igualada por el heroísmo de su defensa. ¿Qué demuestra esto? ¡Demuestra, sencillamente, que durante dos meses, la Comuna ocultó cuidadosamente bajo una careta de moderación y de humanidad la sed de sangre de sus instintos satánicos, para darle rienda suelta en la hora de su agonía!».

Si, como ha escrito Marx, la Comuna fue la «primera vez en la historia» que «simples obreros se atrevieron a violar el privilegio gubernamental de sus ‘superiores naturales'», tomando «en sus propias manos la dirección de la revolución» y realizando, además, «su labor de un modo modesto, concienzudo y eficaz», se entiende por qué la historia de la Comuna es también la nuestra; se logra comprender que en el Père-Lachaise son los nuestros los que han resistido, han caído en combate o han sido fusilados. Bajo la tierra del Père-Lachaise reposa nuestra sangre.

A los nuestros hemos rendido un modesto homenaje.

Vive la Commune!

El Muro de los Federados en 1900. Por: Eugène Atget.
Muro de los Federados. A sus pies fueron sepultados, en una fosa común, los ciento cuarenta y siete combatientes fusilados el 28 de mayo de 1871. A la derecha, Sandra Mikele. Sábado 4 de septiembre de 2010. Por: Miguel Ángel Romero

Muro de los Federados. Flores rojas a los mártires de la Comuna. Sábado 4 de septiembre de 2010. Por: Miguel Ángel Romero


De espaldas, Meresvic. Sábado 4 de septiembre de 2010. Por: Miguel Ángel Romero

«A los muertos de la Comuna. 21-28 Mayo 1871». Sábado 4 de septiembre de 2010. Por: Miguel Ángel Romero

2 Respuestas a “París: Nuestro homenaje a los combatientes de la Comuna”

  1. Del relato, conmovedor y aleccionador, se desprende el recuerdo de la feroz masacre desatada contra el pueblo chileno, durante el derocamiento de Salvador Allende. Este acto de ferocidad contra los comuneros, contra quienes se atrevieron a disputarle el poder a la burguesia, nos tiene que servir de ejemplo, es muy facil desgañitarse gritando "rodilla en tierra" y ser de verdad capaz de luchar hasta con los dientes, contra un enemigo que tratará de venir con todo. Debemos estar claros, muy claros, que solo podemos perder nuestra vida, que nos la quitaran aunque no hagamos nada, aunque queramos ser indiferentes, pero, podemos ganar esa misma vida y la esperanza de un mejor porvenir para todos, incluso para esos indiferentes. Por eso digo, pá tras, ni pá coger impulso, pá lante aunque haya candela.

  2. La Comuna de París nos deja una gran enseñanza sobre todo para quienes contribuimos a la construcción de una sociedad humanizadora en Venezuela. Carlos Marx logró sintetizar aspectos importantes:1)el carácter clasista y violento del estado Liberal Burgués; nada neutro, sino representante de los intereses de las élites del capital,a través del cual impone su voluntad a las mayorías. Y la necesidad de las mayorías de construir un Estado fuerte que exprese sus intereses, no para perpetuarlo, sino para abolir las clases sociales, extinguirlo y darle paso a la Organización Libre de los Pueblos;2)La necesidad de una organización revolucionaria del pueblo, no de élites, fuerte, inteligente, democrática, capaz, que contribuya a facilitar la dirección del proceso; 3)la imposibilidad de construir el socialismo en un solo país(se puede avanzar hasta donde se pueda) mientras las fuerzas capitalistas-imperialistas no hayan sufrido una debilidad sustantiva a escala planetaria que no representen un peligro inminente para la naciente sociedad.Pero también la Comuna de París evidenció el carácter criminal de la burguesía como clase, la cual no está dispuesta a ceder un ápice de sus privilegios a las clases subalternas.De allí su hipocresia y doble moral:piden a otros respeten los derechos que ellos jamás han respetado:con la expansión del capitalismo europeo colonizaron y esclavizaron continentes enteros de mano de la religión católica y en nombre de Dios. Hoy invaden países, masacran pueblos, saquean sus riquezas; roban el erario público; mienten; aterrorizan, especulan con la comida, se roban la luz y la sabotean; y se colean en los simulacros de votación.Además, aqui también han masacrado:Cantaura, Yumare, la Colorada, el Caracazo, el Porteñazo; el carupanazo; bombardeos a los cerros El Bachiller y al Turimiquire. Y de todo eso culpan a los demás.A propósito de este prontuario, La Comuna de París sirve hoy de coartada para reflexionar sobre lo que será la Asamblea Nacional después del 26S.De allí depende que lo que viene se siga pareciendo a nuestros sueños.

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