El día en que Armando Galarraga no pudo lanzar juego perfecto

Sucedió el martes 2 de junio de 2010: el venezolano Armando Galarraga, ficha en Venezuela de los Leones del Caracas, lanzaba por los Tigres de Detroit contra los Indios de Cleveland. Lo hizo todo perfecto: llegó al noveno con apenas setenta y cinco picheos a cuestas.

Otros dos venezolanos, Miguel Cabrera y Magglio Ordóñez, le habían brindado todo el respaldo ofensivo necesario: Cabrera la había botado por el jardín izquierdo en el segundo inning, y Magglio había ampliado la ventaja en el cierre del octavo, con sencillo entre el central y el derecho, que impulsó a Austin Jackson. En la jugada se engomó también Johnny Damon, por error del jardinero derecho de los Indios, Shin-Soo Choo.

En la alta de la novena, ganando 3 por 0, a Galarraga le tocó enfrentar a Mark Grudzielanek, segunda base de Cleveland, a quien dominó con un solo picheo, una recta a 91 millas que salió disparada a lo profundo del jardín central, donde Austin Jackson realizó una gran atrapada. Vino a batear el receptor, Mike Redmond: slider de 87 millas, strike cantado; slider de 85 millas, primera mala; recta de 92 millas, foul, segundo strike; slider de 86 millas, rolling por segunda, tiro a primera, segundo out.

Galarraga había sacado el out veintiseis con ochenta picheos. Toda una hazaña. Sólo un bateador lo separaba del juego perfecto (juego sin hits, ni carreras, ni boletos, ni rastros de corredores del equipo contrario en las bases por las razones que fueran). Entonces le tocó el turno a Jason Donald, campo corto. ¿Cuántos lanzadores no han visto cómo se desvanece el sueño de un juego sin hits ni carreras en el último turno?

El venezolano le abrió con una slider de 86 millas, strike cantado. Repitió la dosis exacta: slider de 86 millas, primera mala. El tercero picheo también fue una slider de 86 millas: Donald conectó un rolling entre primera y segunda que tomó Miguel Cabrera, pasó a Galarraga y el tercer out estaba cantado. El detalle es que el umpire de primer base, Jim Joyce, no lo vio así. Joyce cantó el quieto, en lo que sin duda alguna será considerada una de las decisiones arbitrales más garrafales en la historia del beisbol. Ni siquiera Donald podía creerlo.

Momento en que Jason Donald conecta el batazo.
¡Out de calle!

La reacción fue inmediata: la noticia no sólo fue reseñada por la prensa especializada, sino que entró en el Trending global del Twitter, en Facebook comenzaron a multiplicarse las páginas que pedían la cabeza de Joyce y en Youtube decenas de usuarios colgaron el video/testimonio de aquella aberración.

La noticia reseñada por Yahoo! Sports MLB: «Perfección arruinada«.

La noticia reseñada por ESPN Deportes: «Perfección manchada«.

La noticia reseñada por ESPN: «¡¿Quieto?!«.

La noticia reseñada por la MLB: «Tormenta perfecta«.

En el Trending global de Twitter: «Armando Galarraga», seguido de «Perfect Game».

Según reseña ESPN, Jim Joyce al menos ha tenido la gallardía de reconocer que cometió un error que «le costó al muchacho un juego perfecto» (I just cost that kid a perfect game). Pero hay que decirlo: tratándose de una sentencia tan aberrante, el gesto de Joyce era lo menos que cabría esperarse.

En nuestra historia reciente, sólo una decisión supera en magnitud la desgraciada sentencia de Jim Joyce: aquella que tomaron la Polar y sus secuaces en diciembre de 2002, cuando paralizaron la temporada del beisbol profesional venezolano. Frente a ellos, ese mismo Joyce que provocó una oleada de legítima rabia en el pueblo beisbolero venezolano, queda como todo un caballero. A diferencia del desacertado Joyce, aquellos jamás tuvieron el coraje de reconocer su error.

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