Una canción para los malos tiempos

A mis hermanos, los de sangre y los del alma.

Viejo:

Ya se viene otra temporada de Grandes Ligas y es imposible no sentir aún más tu ausencia. La sentí honda, cuando quise conocer tus pronósticos para esta temporada, cuando quise preguntarte qué te parecía el cuerpo de abridores de los Yankees, con el regreso de Javier Vásquez y con Phil Hughes ganándose el quinto puesto de la rotación. Quise saber tu opinión sobre la llegada de Curtis Granderson, quien ahora ocupará el jardín central. ¿Podrá cargar Hughes con la responsabilidad? El año pasado estuvo fatal como abridor y excelente como relevista. ¿Cómo se las verá Granderson esta temporada frente a los zurdos? ¿Podrá Brett Gardner con el jardín izquierdo? ¿Cuánto tiempo permanecerá Nick Jonhson sin lesionarse? ¿Los años terminarán de pasarle factura a Jorge Posada?

Me haces falta, viejo.

Nunca te conté que cuatro días después de tu muerte volví a Caracas. Me fui directo al Estadio Universitario. La Guaira luchaba por meterse en la clasificación y ese día jugaba contra Bravos de Margarita, rival directo. Intuía que sólo en el estadio podría disipar aunque fuera un poco la tristeza. Cuántas almas no habrán sanado al amparo del hermoso verdor de sus jardines, cuánta nostalgia no habrá burlado su brisa fresca decembrina.

Me acompañó aquel día, 16 de diciembre, un querido amigo. Nos habíamos encontrado hacía pocos minutos y caminábamos hacia la boca de acceso a la sección A6, cuando me contó la buena nueva: pocos días atrás se había enterado de que pronto sería padre. Abrazo efusivo, risas y las respectivas felicitaciones. Pensé en voz alta: «Así es la vida, unos vienen, otros se van». «Así es», creo que me respondió.

Tal vez mi amigo, fanático del Lara, no sepa lo que significó para mí ese gesto fraterno: acompañarnos aquel día de reencuentro con el Universitario. Porque sí, viejo, yo sé muy bien que tú estuviste presente. Conversamos, reímos, bebimos cerveza, sin dejar de seguir las incidencias del juego. Un buen juego, que llegó empatado a tres carreras hasta la baja del noveno inning.

Recuerdo como si acabara de ocurrir, el sonido que hizo el bate de Grégor Blanco cuando conectó la pelota que ahora se dirigía hacia algún punto entre el central y el derecho. Sabía que iba a terminar así. El primer indicio fue ver a Francisco Rodríguez cerrando la parte alta del noveno, el mismo que cuatro días antes había sido dejado en el terreno por los Leones del Caracas, con aquel soberbio batazo de Jackson Melián por el izquierdo. Sí, el día de tu muerte. El batazo de Grégor caminaba con tanta velocidad y con tanta altura que antes de sobrar a los jardineros ya todos sabíamos que pararía en las gradas. Un grupo de fanáticos a nuestro alrededor saltaba de alegría. La celebración terminó por desbordarse en gritos y abrazos cuando la pelota llegó a su destino.

Me tomé unos pocos segundos para capturar en mi memoria aquella imagen, desde lo más alto de la tribuna. No quería perder ningún detalle del público emocionado, celebrando que los habíamos dejado en el terreno. Cuántas veces no celebramos igual, padre e hijo. Luego alcé la mirada hacia el cielo, sonriendo, y tal vez te di las gracias. No sé muy bien por qué lo hice: yo sabía que estabas a mi lado. Te había comprado tu entrada y la guardaba en mi bolsillo. La historia oficial de aquel juego reza que el ganador fue Francisco Rodríguez. Sin embargo, me gusta pensar que gané yo, al reencontrarme contigo.

Te contaba que sentí profunda tu ausencia cuando quise conocer tus impresiones sobre esta temporada que comienza el domingo 4 de abril, con el juego entre tus adorados Yankees y sus enconados rivales, los Medias Rojas de Boston, que este año vuelven a presentar un equipazo. Lo que tampoco te había contado es que hace un par de semanas, leyendo a Peter Gammons, supe de una canción que Eddie Vedder, el vocalista de Pearl Jam, le dedicó a sus amados Cachorros de Chicago. «Best sports song ever is Eddie Vedder’s ‘All the Way’ Cubs tribute«, escribió Gammons. Algo así como: «La mejor canción sobre deportes de todos los tiempos es All the way, el tributo de Eddie Vedder a los Cachorros».
All the way fue lanzada como sencillo el 18 de septiembre de 2008. Ésta es la portada del disco.

La busqué, en principio, movido por la curiosidad: nunca me imaginé leyendo a ese veterano analista del beisbol que es Gammons opinando sobre una canción escrita por un tipo cuya banda he seguido durante casi veinte años. Así que di con ella y la escuché la primera vez. Luego varias veces más. Investigué un poco más y leí que Vedder la escribió en 2007, a pedido de la leyenda de los Cachorros, Ernie Banks. La interpretó por primera vez en agosto de 2007. Fue grabada el 21 de agosto de 2008, en vivo. Esa es la versión que hoy comparto contigo. También te dejo la letra y la traducción – libre – que hice de ella. Debe incluir algunos errores, pero creo que su espíritu permanece más o menos intacto.

Poco importa si es o no, realmente, la mejor canción de todos los tiempos, e incluso importa poco que sea un tributo a los Cachorros. Por supuesto, el hecho de que esté dedicada a un equipo que no gana una final del beisbol estadounidense desde 1908, le imprime un tono especial, en el que podemos reconocernos los fanáticos de un equipo del beisbol venezolano que no gana un campeonato desde 1986. Pero ni siquiera eso es tan relevante.

Más que un tributo a un equipo de beisbol, es un tributo a sus fanáticos. A todos los que siguen a los suyos en las buenas y en las malas, en la derrota y en la victoria. No es una canción sobre una divisa, sino sobre el amor que se puede llegar a sentir por una divisa. Trata sobre la unión, la camaradería y la hermandad, y de cómo estos sentimientos se hacen aún más fuertes en las situaciones más adversas. Es un homenaje a nuestros héroes y leyendas, por la fe y la esperanza que nos han enseñado con su ejemplo. En fin, una canción que habla de ti y de nosotros, que se asemeja mucho a la forma en que me enseñaste a vivir el beisbol, que no es simplemente un juego, sino la vida misma.

Por último, quería decirte que espero ser digno de esa enseñanza y saber transmitirla a Sandra Mikele. Espero no faltarle, sobre todo ahora que hace mal tiempo.

(Someday we’ll go) All the way – Eddie Vedder.

(Someday we’ll go) All the way – Eddie Vedder.
Don’t let anyone say that it’s just a game,
for I’ve seen other teams and it’s never the same.
When you’re born in Chicago, you’re blessed and you’re healed
the first time you walk into Wrigley Field.

Our heroes wear pinstripes, heroes in blue,
they give us the chance to feel like heroes too.
Whether we’ll win, and if we should lose,
we know someday we’ll go all the way.
Yeah! Someday we’ll go all the way.

We are one with the Cubs, with the Cubs we’re in love,
yeah, hold our head high as the underdogs.
We are not fair weather but foul weather fans,
we’re like brothers-in-arms in the streets and the stands.

There’s magic in the ivy and the old scoreboard,
the same one I stared at as a kid keeping score,
in a world full of greed I could never want more.
Someday we’ll go all the way.
Yeah! Someday we’ll go all the way.

Someday we’ll go all the way.
Yeah! Someday we’ll go all the way.

Yeah! Someday we’ll go all the way.

And here’s to the men and the legends we’ve known,
teaching us faith and giving us hope.
United we stand and united we’ll fall
down to our knees the day we win it all.

Yeah Ernie Banks said: «Oh, let’s play two!»,
or did he mean 200 years?
In the same ballpark, our diamond, our jewel,
the home of our joy and our tears.
Keeping traditions and wishes made new,
the place where our grandfathers’ fathers they grew.
A spiritual feeling if I ever knew,
and if you ain’t been I am sorry for you.
And when the day comes, when that last winning run,
and I’m crying and covered in beer,
I’ll look to the sky and know I was right
to think someday we’ll go all the way,
Yeah! Someday we’ll go all the way.

Someday we’ll go all the way.
Yeah! Someday we’ll go all the way.

Yeah! Someday we’ll go all the way.

********

Algún día llegaremos hasta el final – Eddie Vedder.
No dejes que nadie te diga que es sólo un juego,
porque he visto a otros equipos y nunca es lo mismo.
Cuando has nacido en Chicago, has sido bedecido y has sido curado
la primera vez que entras al Wrigley Field.

Nuestros héroes visten de rayas, héroes en azul,
ellos nos dan la oportunidad de sentirnos héroes también.
Si vamos a ganar o si hay que perder,
sabemos que algún día llegaremos hasta el final.
Sí, algún día llegaremos hasta el final.

Somos uno solo con los Cachorros, a los Cachorros amamos.
Sí, mantengamos nuestras cabezas en alto, como los no favoritos.
No somos amigos en las buenas, sino fanáticos en los malos tiempos,
somos como compañeros de armas en las calles y en las tribunas.

Hay magia en la hiedra y en la vieja pizarra,
la misma que miraba de niño llevando los detalles del juego,
en un mundo lleno de codicia, no podría nunca querer nada más.
Algún día llegaremos hasta el final.
Sí, algún día llegaremos hasta el final.

Algún día llegaremos hasta el final.
Sí, algún día llegaremos hasta el final.

Sí, algún día llegaremos hasta el final.

Saludamos a los hombres y a las leyendas que hemos conocido,
que nos han enseñado la fe y nos han dado esperanza.
Unidos permaneceremos y unidos caeremos
sobre nuestras rodillas el día que lo ganemos todo.

Sí, Ernie Banks dijo: «¡Oh, vamos a jugar dos!»,
¿o quiso decir 200 años?
Es el mismo estadio de beisbol, nuestro diamante, nuestra joya,
el hogar de nuestra alegría y nuestras lágrimas.
Manteniendo las tradiciones y los deseos renovados,
el lugar donde los abuelos de nuestros padres crecieron.
Un sentimiento espiritual como no he conocido ninguno,
si no has estado allí, lo siento por ti.
Y cuando el día llegue con la carrera de la victoria,
y esté llorando y cubierto de cerveza,
miraré al cielo y sabré que tenía la razón
cuando pensaba: algún día llegaremos hasta el final.
Sí, algún día llegaremos hasta el final.

Algún día llegaremos hasta el final.
Sí, algún día llegaremos hasta el final.

Sí, algún día llegaremos hasta el final.

********

Por supuesto, hay una versión en Youtube. Las imágenes que van desde el 1:23 hasta el 1:38 minutos, corresponden a la celebración que siguió al consumarse el juego sin hit ni carreras del venezolano Carlos Zambrano, el 14 de septiembre de 2008.

7 Respuestas a “Una canción para los malos tiempos”

  1. Triste y valiente relato, solo te conozco por tus escritos pero me tomo el atrevimiento de sentir tu dolor. Estoy segura que tu padre fue uno de los impresindibles, se lee aquí. Honor para un buen padre y abrazo para un buen hijo.Sherley

  2. Gracias por este post…… Mi viejo no escribe, pero cada vez que va a la cancha de Racing mira el sitio que iba con su viejo. Y con esa mirada quiere decir lo mismo que tu post… algún día seré el que mire de esa forma.

  3. EStimado amigo Reinaldo:Gracias por tu crónica y tu recuerdo y tus motivos y te diré, amigo, que yo también fui fanático de los Cachorros de Chicago, que tuve un hermano que murió muy joven, de infarto -29 años- y al que llamaba Ron Santo, porque era el mejor tercera base del equipo Los Cachorros de Tacarigua, en mi pueblo. Y desde que murió mi hermano perdí mucha emoción por los juegos de grandes ligas, pero aquí soy caraquista. También celebro tu re-encuentro con tu viejo, porque yo también me re-encontré con mi hermano. Un abrazo.Roberto Malaver.

  4. Hola Reinaldo, aunque hace tiempo que no te vea porque estoy residiendo en España,te aprecio mucho desde los dias en los que estudiabamos sociología en la UCV. Siento de verdad lo de tu viejo…lo recuerdo de aquellos tiempos cuando Ana Corredor y yo formabamos junto a ti un equipo en Sistemas y Procesos con Luis Marcou,de eso ya hace tiempo y recuerdo haber pasado junto a ti a un salon donde tu padre tenia una gran coleccion de gorras y pertrechos de beisbol…de nuevo mis mas sentido pesame y adelante.

  5. Muchas gracias Sherley, por tus palabras y por la buena música. Y sí, honor para quien lo merece.Exactamente Verbo. Salud por el Racing. Y por los padres que llevan a sus hijos a los estadios. Abrazo.Caramba Roberto: pues celebro que la historia del reencuentro con mi padre haya hecho posible el reencuentro con tu hermano. Un abrazo.Fuerte abrazo para ustedes, More, Erik y Alberto.

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