(El veintitrés en Ciudad CCS, publicado el jueves 25 de febrero, va sobre la dolorosa traición de Henri Falcón.
¡Traición!
¡Traición!
¡Traición!
¿Traición?
Un poco más de rigurosidad en el análisis, camaradas.
Salud).
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La idea de que Henri Falcón vendría a ser una expresión de la existencia de una línea crítica dentro del chavismo, difundida con bastante brío por la prensa opositora, sólo es comparable con aquella otra según la cual la salida de Alberto Ravell de Globovisión formaría parte de una estrategia de sometimiento de la línea crítica de la media opositora, urdida por las mentes más tenebrosas del chavismo.
En el caso de Ravell, estaríamos frente a una víctima de aquella estrategia. Falcón, en cambio, con su renuncia al PSUV, se habría encargado de mostrar sus límites: a pesar de todo, es posible la crítica.
¿Qué oculta la prensa opositora detrás de este esfuerzo por hacer visible tal sometimiento de la crítica? En una palabra, el conflicto.
Está en marcha, una vez más, lo que podría denominarse una estrategia de ocultamiento, que consiste fundamentalmente en narrar la historia de dos fuerzas monolíticas enfrentadas: de un lado, la oposición democrática, cohesionada en su propósito de alcanzar la libertad; del otro, el «oficialismo», cohesionado en torno al líder mesiánico, al que le profesaría fidelidad absoluta.
De acuerdo a esta lógica, el despido de Ravell no habría sido un despido, y mucho menos el resultado del conflicto de intereses entre sectores de la oligarquía mediática, sino la consecuencia de las presiones del «oficialismo». De la misma forma, el gesto de Falcón no sería el desenlace inevitable del conflicto entre sectores del chavismo, sino una afirmación del derecho a pensar con cabeza propia y por tanto un profundo cuestionamiento del mesianismo.
Mal haríamos si nos empeñamos en reproducir la lógica de tal estrategia de ocultamiento, cuando de lo que se trata es de hacerla visible. Un poco más de rigurosidad en el análisis, camaradas. La renuncia de Falcón no debe ser traducida como un mero asunto disciplinario, como una traición a la fidelidad absoluta que debe profesarse al líder. Antes que denunciar la traición de Falcón, que ciertamente se alzó con la gobernación de Lara con los votos del chavismo, deberíamos comenzar por indagar en las condiciones que hicieron posible su candidatura. Interrogarnos sobre las condiciones que hacen posible que en el seno del chavismo coexistan, en permanente conflicto, desde las tendencias más conservadoras hasta las más populares, con saldo favorable para las primeras en el caso de Falcón.
Hacer visible tal estrategia de ocultamiento pasa por asumir, de una vez por todas, que el chavismo no es un bloque monolítico, y que sólo una disciplina mal entendida y mucho peor instrumentalizada hace posible el posicionamiento del chavismo conservador.
La palabra “traición” es la única explicación que gente mediocre como Cilia Flores pude darse ante la insurgencia de problemas reales. La justificación de la Presidente de la AN fue toda una revelación de la posición sujetiva que promueve la dirigencia del PSUV. Esta mujer dijo literalmente: “¿Es que acaso Henri Flacón brilla con luz propia?” ¡Que porquería! Por ello, Reinaldo, loco, el problema esta vez no debe orientarse en lo que diga la oposición sino a lo que digan, o más bien no le dejen decir a quienes se encuentran dentro del campo revolucionario. Un abrazo.EDB
Un poco más de rigurosidad en el análisis, camaradas.Muy cierto Reinaldo. Necesitamos más dialéctica y menos retórica.
Yo creo que con su actitud, la gente del PSUV termina dándole la razón a Henri Falcón. Nedie puede disentir de Chávez, porque sino es su enemigo, es un tricionero, un oligarca, un vendido que es financiado por el imperio. Chávez es un ser humano. Buenos o malos, lo que nos hace humanos es el hecho de que cometemos errores, de que nos equivocamos, pero eso si, que tenemos la capacidad de recapacitar y de aprender de esos errores.En lugar de acribillar a Falcón y dejarse llevar por el juego de los medios, dentro del PSUV y del oficialismo deberían hacerse una autoevaluación para ver si este señor no tendrá algo de razón en las cosas que dice.
Buen análisis. Hay que aclarar que independientemente de la ingenuidad del PSUV, Hanry Falcón no ha saltado niguna talanquera, sigue siendo lo que es, un reformista por más que sea de avanzada, y a los ojos de un ecologista es un desarrollista a ultranza que defiende espacios industriales urbanos, corridas y coleos de toros y galleras. Pero si algo preocupante puede asomarse sin prejuicios de ningún tipo es que probablemente el 30% de los inscritos en el PSUV son también reformistas en mayor o menor grado, que hay otras tendencias que requieren de fructiferos debates internos a todo nivel, que las líneas no pueden imponerse a nombre de una lealtad mal concebida y avalada por los conservadores, que hay tajadas aun mayores de potenciales reformistas en el sector de la oposición y mayor aun entre los que no les da la gana votar. Si asumimos que Falcón tiene esa rara condición que llamamos carisma para significar que de alguna manera puede llegar a muchos con más facilidad que otros por razones no fácilmente explicables, hay que considerar el peligro en puertas, según mi intuición estadística que rara vez me falla: una eventual candidatura presidencial suya aun de tercera opción entre el oficialismo y la oposición no solo no es descabellada, podría tener opciones reales de éxito; no parece ser, en este caso, otro frijolito. Lo mejor para el chavismo sería ignorarlo, para no darle cancha mediática, pero hay que estar pendientes de las andanzas del personaje, que aunque quiera mostrar ahora una imagen de horizontalidad no puede ocultar el tamaño de sus amígdalas, su aval al burocratismo ni lo light de sus posiciones políticas.Saludos,RL
Erik:Te digo hacia dónde creo yo que no debe orientarse el análisis sobre el caso Henri Falcón: a presentarlo como un valiente que se atrevió a decir lo que nadie dice, como el modelo a seguir, como un abanderado de la sana crítica y de la libertad de pensamiento.Henri Falcón no tiene ninguna relación de parentesco con los que todos los días, "dentro del campo revolucionario", intentamos pensar y obrar con cabeza propia.
Anónimo del 26 de febrero a las 15:15:Una cosa es constatar que hay gente que jura que Chávez es el líder infalible, y otra cosa es afirmar que "nadie puede disentir de Chávez porque si no es su enemigo".Insisto: el que diga eso es porque o no sabe qué carajo es el chavismo o se hace el distraído. O confunde, por ignorancia o interés, a "la gente del PSUV" con el chavismo.Que me digan que hay "gente del PSUV" que es refractaria a la crítica: eso lo acepto. Que me digan que hay "gente del PSUV" que instrumentaliza la figura de Chávez para acallar la crítica: eso lo acepto. Que me digan que no hay suficientes espacios para la crítica descarnada y sin chantajes: eso lo acepto. Pero, ¿acaso esos espacios no se conquistan, no se construyen colectivamente? ¿O nos vamos a sentar a esperar que Chávez los construya?¿Quiénes construyen y a quiénes conviene la figura del Chávez autócrata, dictadorzuelo, caudillesco, déspota, tirano, autoritario, totalitario? Los mismos que repiten, incansablemente, que los chavistas somos un rebaño de borregos que va directo al matadero o una manada de lobos sin escrúpulos.A otro con ese cuento.
Roberto:Comparto tu sospecha: creo que Falcón se perfila como un posible candidato del antichavismo asqueado de su dirigencia o tal vez de aquellos que están cansados de la pequeña batalla que nos empeñamos en librar unos y otros.Pero también puede que ni a candidato llegue.Vaya un abrazo fraterno.