Sandra, la Cenicienta y el 1° de Mayo

Entro al cuarto y en el televisor están dando, una vez más, Harry Potter y la piedra filosofal, por Cartoon Network. Volteo a la hamaca y allí está Sandra Mikele con sus siete años, todavía con su medalla de bronce guindada en el pecho, porque hoy en la mañana participó en su segunda competencia de natación y llegó de cuarta. Está concentrada en su agendita rosada, adornada su portada con la Cenicienta, Blanca Nieves y la Bella Durmiente, las tres en el centro, rodeadas de florecitas.

– Ya va Papi, que tengo que leerte algo.
Me agacho frente a la hamaca y escucho:

– Caracas jueves primero de Mayo del 2008. día del trabajador. el día del trabajador se celebra porque una vez en estados unidos en chicago unos trabajadores salieron a protestar por que trabajaban más de 16 horas y mandaron a que aorcaran a 8 trabajadores.

Se hace el silencio. Meresvic me mira y se sonríe.

– Mira el dibujito que hice.

Y me muestra el dibujo de una niña sonriente portando orgullosa una pancarta que dice «8 horas».

– Ahora voy a dibujar a unos ahorcados.

Luego, me agarró la mano y me fue pintando caritas sonrientes, una por una, en cada uno de los dedos, incluso en el meñique de la mano izquierda, que me fracturé en el concierto de Kusturica.

Me pareció ridículo perder el tiempo explicándole la diferencia entre «celebrar» y «conmemorar» el 1° de Mayo. Al fin y al cabo, uno celebra la lucha, y lo hace con caras sonrientes. A pesar de la muerte. A pesar de los asesinos y nuestros muertos. Eso fue lo que me recordó mi hija el día de hoy.




3 Respuestas a “Sandra, la Cenicienta y el 1° de Mayo”

  1. ¡Qué belleza! Pues si, las conmemoraciones a veces se vuelven celebraciones, y las caras felices son, al fin y al cabo, lo que se protesta cuando no se tiene en los rostros de los hijos, de los hermanos, de los niños, los hombres y las mujeres que conforman cualquier sociedad… Bien dijo Bolívar «la mayor suma de felicidad posible», y buscar esa suma, encontrarla, protegerla y hacer que trascienda es el deber de cualquier revolucionario… faltó la foto de tus dedos con las caritas felices que dibujó Sandra con la sabiduría que muchos adultos han perdido.

  2. mi pequeña emilia, de cuatro años, me despertó con ricos besitos diciéndome «feliz día, trabajadora». decidí disfrutarlos antes de entrar en el tema. balurdas maestras, pensé luego; supe que le habían dicho que todo el que trabaja es trabajador.

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